Todo el mundo se ha topado alguna vez con un andamio, especialmente ahora que poco a poco se está recuperando la normalidad en el sector de la construcción y parece que el mercado de compra y venta está poniéndose en marcha y mejorando sus datos tras una temporada de crisis. Esto ha provocado que se vuelvan a realizar trabajos verticales y en altura de las diferentes maneras posibles. En este artículo vamos a explicar los diferentes usos de un andamio y por qué es el mejor aliado de los profesionales a la hora de llevar a cabo un trabajo vertical.
Qué es un andamio y qué tipos hay
En primer lugar, hay que tener claro lo que es un andamio. Se trata de una construcción de metal, madera o ambos materiales, de carácter provisional, que permite que los obreros accedan a diferentes partes de una construcción, así como la movilidad del material hasta aquel lugar en el que sea necesario.
La altura puede variar de un andamio a otro, llegando incluso a superar los 25 metros. Aunque depende del tipo de andamio, sus características y su proceso de montaje, se han fabricado andamios de acero de hasta 120 metros.
Existen una gran cantidad de tipos de andamios. En ciudades grandes con mucho movimiento en la construcción, como Madrid, se pueden encontrar, entre otros, andamios colgantes, con escaleras, de bambú, de obra, borriquetas, móviles, motorizados o metálicos. Además, también es posible encontrar andamios de segunda mano en la capital, y aunque cuentan con la ventaja del bajo coste y sirven para ocasiones puntuales, siempre se recomienda, cuando sea posible, hacerse con un andamio que no esté previamente utilizado. No obstante, la mejor forma de saber lo que le conviene a cada caso es dejarse asesorar por profesionales con experiencia en el sector que puedan guiar al cliente de la manera adecuada y que, en el caso de que se vaya a utilizar un andamio de segunda mano, puedan ofrecerlo con las mayores garantías de que cumple con todas las medidas de seguridad requeridas.
La seguridad debe ser lo más importante
Cuando se trabaja en altura, hay que tener presentes los riesgos que pueden correrse. Entre los más comunes están algunos como las caídas, a la misma altura o a una altura diferente, los golpes por caídas de objetos, el desplome del andamio o sistemas inadecuados de acceso al andamio.
Aunque es imposible eliminar por completo estos riesgos, se pueden minimizar siempre que se cumplan las normas de seguridad vigente y se tenga el máximo cuidado a la hora de trabajar. En primer lugar, la calidad del andamio es primordial, y eso es algo que solamente se puede conseguir obteniendo el andamio de empresas que cuenten con una total confianza en cuestiones de profesionalidad, experiencia y garantías en seguridad.
Por otra parte, estas estructuras tendrán que estar al día de las revisiones que establecen las normativas. El personal también tendrá que trabajar debidamente protegido y las zonas del andamio que no estén montadas tendrán que señalizarse de la manera adecuada. Estas son solo algunas de las normas básicas que se deben tomar a la hora de minimizar riesgos cuando se llevan a cabo trabajos verticales.
No obstante, cabe recalcar para terminar que, cuando se trata de construcción y elementos que sirven para la misma, lo más importante es acudir siempre a empresas que tengan experiencia en el sector y que cuenten con profesionales y materiales de primera calidad, ya que son quienes mejor podrán aconsejar y guiar al cliente de la mejor manera acorde a sus necesidades.